viernes, 28 de junio de 2019

El precio de las mentiras


"El precio de las mentiras: Capítulo.2 por Estella Rio. Oh, me acuerdo de este. Fue bastante popular hace unos años."

"Me haz estado pidiendo que te dé el tiempo que no tengo." Dijo el viejo lord, nervioso acariciaba su barbilla.

Pero la mujer siempre obtenía lo que quería. Ella lo sabía, él lo sabía, hubo un acuerdo silencioso en el pasado.

Él seguía luchando antes de que la última ola lo empapara. Inútilmente se aferraba a algo que nunca tuvo. Una mirada fue suficiente, antes de que él cediera.

"Bien" Él suspiró, rindiéndose. "Tres días más. Eso es todo." Él ni siquiera pudo mirarla a los ojos.

Ella no respondió cuando se fue. Ella raramente lo hacía.

Él lo dejó atrás con un sentimiento en el estómago, aunque él pensaba que bajo estas circunstancias ya debería estar acostumbrado. El sentimiento de morir. Se acercaba, capturaba su respiración y lo dejaba con frío, asustado, temblando.

"Putos nobles" gruñó él antes de cerrar la puerta después de ella. Miró dos veces, no, no era suficiente, miró tres veces antes de que él pudiera sentirse a salvo de nuevo.

¿Por qué había contratado a la Orden de Plata otra vez?

Ellos eran psicópatas implacables que no sentían ningún dolor. Ellos no sentían empatía, ni amor, ni compasión. Ellos eran realmente los soldados perfectos. Él dio un profundo suspiro antes de volver a su cuarto de estudio. Tan pronto como se aproximó al pasillo, escuchó los pasos de su hija.

"¿Ellos estuvieron aquí otra vez?" preguntó ella con un tono serio. Por los viejos reyes, ¿Ella dónde había aprendido a hablar así?

"Así es" respondió él. Sería inútil negarlo. "Vuelve a la cama, Charlotte." él intentaba dejar la pelea para otro día.

"¿Esto es por mamá?" preguntó ella, parecía más preocupada que enojada. El viejo lord rió.

"Mi pequeña niña se ha convertido en una fina dama" respondió "Por favor, cariño. Hablaremos por la mañana. Tengo trabajo que hacer."

Parecía que ella aún tenía un montón de preguntas, pero ella sabía que tendría que guardárselas para otro día. Esta noche, ella no obtendría ninguna respuesta. Tomó un candil y regresó a su habitación. Empujó a su padre antes de dejarlo en la oscuridad. Él sonrió. Esos pequeños gestos eran como los de su madre.

¡Oh, cuánto la extrañaba! Su dulce Adeline. Ahí es cuando recordó el motivo de haber contratado a la Orden de Plata. Para que la encontraran y la trajeran con vida. Habían pasado años desde que ella fue secuestrada pero él no había perdido la esperanza. Bandidos, rivales y otros rufianes al azar. Quienquiera que la tuviera, iba a pagar por cien.

Él lo sabía, estaba seguro de que ella seguía viva y él haría todo lo que estuviera en su poder para encontrar a su amor.

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